Todo tiene un porqué. Lebén también y quería empezar contando de dónde viene el nombre que escogí para este camino.
Por la visibilidad que aportan las redes sociales y el individualismo propio de la actualidad, podría parecerlo, pero lo cierto es que el cuidado de la salud no es una preocupación exclusiva de nuestro tiempo. De hecho, las grandes civilizaciones del pasado eran conscientes, miles de años atrás, de la importancia de mantener mente y cuerpo en un estado óptimo y equilibrado.
«El cuidado de la salud no es una preocupación exclusiva de nuestro tiempo.»
Un objetivo que, sin ir más lejos, compartían las mentes preclaras de la Antigua Grecia, que llegaban incluso a edificar grandes construcciones dedicadas en exclusiva a tratar de asegurar la salud de todos. Ejemplo de ello eran los Asclepeion, del griego Ἀσκληπιεῖον, templos consagrados a Asclepio -o Escupalio-, dios de la Medicina y la curación, del que se creía que era capaz de devolver la salud a los muertos y al que se veneraba para que velara por la de los vivos. Eran santuarios concebidos como auténticos espacios curativos, gestionados por sacerdotes -o iatromantis-, facultativos a medio camino entre chamanes y médicos a los que se les presuponía habilidades especiales y un gran poder para la sanación. Muchos fueron los templos dedicados a este gran ‘médico’ de la mitología griega; los más importantes, los de Epidauro, el más importante de toda la antigüedad, o el de Trica, posiblemente, el más antiguo. Pero, entre ellos, destacaba también uno más pequeño, localizado en la isla de Creta y fundamentado en la capacidad sanadora de su manantial de aguas termales: el santuario de Lebén. Un lugar al que los ciudadanos acudían confiando en encontrar solución a sus problemas de salud, que eran tratados con una combinación de tratamientos terapéuticos y consejos para mejorar su alimentación y ajustarla a sus requerimientos según su actividad física.
«El santuario de Lebén. Un lugar al que los ciudadanos acudían confiando en encontrar solución a sus problemas de salud.«
Entonces, ¿por qué escogí Lebén? Porque necesitaba un nombre corto, preciso, evocador e intuitivo. Porque representa a a la empresa, en relación al producto que ofrezco, pero, sobre todo, hace referencia a una manera de entender y trabajar sobre el cliente. Porque, dejando a un lado la cuestión más mística, es interesante incidir en esa visión global, integral y expansiva que tenían los antiguos griegos sobre su propia salud. Una concepción que, personalmente, me sirvió de inspiración para fundamentar mi propio sueño: rescatar el espíritu de Lebén, dotarlo de fundamentos científicos y abogar por una idea extensiva que, partiendo de la nutrición como eje fundamental, alcance, en un futuro, un amplio espectro de especialidades del campo de la salud. Y, de ahí, nace mi compromiso: que, desde el momento en que los clientes crucen las puertas de mi consulta, sepan que lo hacen para entrar en un espacio que he pensado, diseñado, estructurado y dedicado en exclusiva al cuidado integral de su salud. Las bases siempre serán esas. A partir de ellas, los resultados, créanme, vendrán de la mano del tiempo y, especialmente, del empeño y esfuerzo de cada cliente en lograr un objetivo que, sin duda, alcanzaremos juntos.